OSTRAS

Publicado en por Estrella burbujeante

Esta receta es simple.. pero con la calidez de las acuarelas, la consistencia del sexo femenino y ella, sólo ella, puede juntar dentro de su caparazón bivalva, esa esencia de mar, esa sal libre ya de lo salobre, esa mojadez de amor principiante, untuosa saliva para vuestro deleite.
Masticar y tragar puede ser casi un acto reflejo, como una adolescente que en su apuro del acto, se olvida de la espera y sobre todo del plural que significa dos.
Quizá sólo en la madurez puedan tener un encuentro con la ostra dejándola descansar en los labios primero, para finalmente acabar en la boca, donde la lengua la recorrerá, descubriéndola y reteniéndola antes de tragar.
Como el vino que buscamos en pequeños sorbos, sin apuro o grandes cantidades, en el silencio del gusto, en lo voraz del perfume, en el resbalar de la garganta.
Al comer una ostra recordamos que tragar es casi morir un poco, sin embargo esperar,  jugar con ella, descubrir sus formas de mujer excitada, será un aprendizaje en el arte de vivir.

Cocinar las ostras dos minutos en un colador de bamboo chino, sin condimentos, comer tranquilamente y los principiantes preferiblemente solos.

 

MI PRIMERA VEZ: La primera vez que comí ostras fue en Buzios y me encantaron.. pero mi excitación llego a límites de desborde de imaginación cuando observaba a mi pareja saborearla, disfrutarla, y mi fantasía estalló a tal punto de inundarme de mar.

 

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